Si te planteas ponerte por tu cuenta la cosa no es mucho mejor: como decimos en el bloque 3, todo el sistema se ha desestabilizado de tal forma que el trabajo del arquitecto no es competitivo. La liberación de los honorarios supone que los arquitectos que son capaces de ofrecer un trabajo a un precio irrisorio consiguen los encargos a costa de los demás. Normalmente estos precios se consiguen a través de la explotación de otros arquitectos que realizan un trabajo ingente por muy poco dinero y una arquitectura de muy mala calidad que sufrimos todos, y que contribuye al empobrecimiento cultural y económico del país.
La falta de corporativismo en la profesión según la cuál existe un sentimiento de competitividad y no de compañerismo entre los arquitectos, significa que el mercado de trabajo se regula por la ley de conseguir el encargo a costa de un menor precio.
La pasividad de los colegios de arquitectos, que protegen de forma muy deficiente la figura del arquitecto en este sentido, y que rara vez protege a los arquitectos en situación más desfavorable, ha terminado por instaurar este sistema.
Una de las formas de conseguir encargos es a través de concursos. Esto presenta dos problemas fundamentales: el trabajo no remunerado (salvo que se gane el concurso) y que parte de los mismos "tienen bicho" (se convocan sabiendo ya a quién se le va a conceder el premio, incluso a veces se retira el premio a quien lo ha ganado)
Los tabajos ofrecidos por la administración, normalmente mejor pagados, tienen el problema de los grandes plazos de cobro, que pueden ser incluso de dos años.
jueves, 6 de marzo de 2008
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